sábado, 1 de diciembre de 2012


ACTA DEL ENCUENTRO DEL 21 DE

NOVIEMBRE DE 2012


Estimad@s lector@s: a partir de ahora vamos a utilizar las nuevas tecnologías para comunicarnos y seguir con nuestro afán de acercarnos al mundo de los libros.

El último día que nos reunimos (poc@s pero en conexión), estuvimos comentando la novela de Javier Cercas, "Las leyes de la frontera".

Antes de comentar la obra agradecimos a Laura París, nueva coordinadora, el trabajo realizado en la creación y puesta en marcha de nuestro blog. También dimos la bienvenida a Rosa, nueva lectora de nuestro grupo, por su participación en el mismo.

La charla la organizamos, en esta ocasión, en torno a un té que nos había preparado Ana y unas pastas y bombones. Comenzamos hablando del autor: de su vida, de su obra, de su estilo, etc. y por supuesto dimos nuestra opinión sobre la novela. Todas reflejaban lo agradable que nos había resultado la lectura y como el autor a través de unos curiosos personajes había ido tratando temas como el amor, la amistad, el acoso, la ubicación social, la verdad, la mentira, los medios, la delincuencia, la reinserción social, etc… Os transcribo algunas de esas opiniones:

.- “La primera parte me ha resultado algo más densa que el resto de la novela”.
.- “Me ha resultado una lectura fácil”.
.- “Algo reiterativa la historia”.
.- “Es una historia clara que sigue una línea bien-mal”.
.- “Deja claro que según donde vives tu vida es de una u otra manera. Tu entorno es decisivo”.
.- “Buena lectura aunque algún personaje queda desdibujado”.
.- “Me llama la atención el personaje de Tere. La historia gira en torno a Tere es el nexo del resto de los personajes”
.- “Me planteo si la cárcel es el camino hacia la reinserción”.
.- “Es una historia sin resolver”.
.- “Me llama la atención la personalidad de Cañas”.
.- “El personaje de la mujer de Zarco confirma que los medios pueden hacer importante a gente que no hace nada en la vida”.
.- “Tu origen, ¿justifica la delincuencia posterior?

.- Y… muchas más.

Como siempre también nos acercamos a la poesía, en esta ocasión de la mano de Antonio Machado. Os transcribo lo leído:


ORACIÓN POR ANTONIO MACHADO

Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible se fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.


Rubén Darío


AUTOBIOGRAFÍA DE ANTONIO MACHADO
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara ni un Brandomín he sido —ya conocéis mi torpe aliño indumentario— mas recibí la fecha que me asignó Cupido y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina; pero mi verso brota de manantial sereno, y más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; mas no amo los afeites de la actual cosmética ni soy un ave de esas del nuevo gay trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera mi verso, como deja el capitán su espada, famosa por la mano viril que la blandiera, no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo —quien habla solo, espera hablar a Dios un Día— mi soliloquio es plática con este buen amigo, que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo. Debéisme cuanto he escrito. A mi trabajo acudo; con mi dinero pago el traje que me cubre y la mansión que habito, el pan que me alimenta y el lecho donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos del mar.

Y así terminamos, compañer@s. Una tarde agradable, como siempre. Unas diez personas hablando tranquilamente de literatura, de una novela y… de la vida.
Hasta pronto.
Carmen


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